Me descubro solo en la Tortuga y me asaltan los miedos.
Miedo a que le pase algo malo a mi gente, miedo a que cambien las cosas en mi trabajo.
Miedo a las enfermedades.
Miedo a la oscuridad de la Tortuga, al silencio de la Tortuga, a la sinrazón de la Tortuga, a confundir la realidad, a no ser comprendido, a hacerlo mal.
Miedo al éxito y al fracaso, a la indiferencia, a acostumbrarme, a que no sirva de nada.
Uno a uno barajo mis miedos y los pongo aleatoriamente sobre la mesa. Vistos desde fuera parecen distintos y me tienta buscar una respuesta diferente para cada uno.
Uno a uno barajo mis miedos y uno a uno los voy desnudando, los miro de frente y se les cae el disfraz. Ya no son tan diferentes, todos están plantados en el irreal sentimiento de que vamos a vivir eternamente.
Quizá sea este sentimiento el que nos hace acaparar bienes materiales, el que nos impide vivir el momento. Puede que el miedo al futuro nos impida ser mas solidarios, mas humanos.
Quizá sea este sentimiento el que nos impide disfrutar de una vida que prácticamente ya se nos termina desde el día que nacemos.
Quizá todos podemos hacer algo para cambiar las cosas, puede que tengamos que empezar por no tener miedo a vivir.
Me pregunto "¿Cuantas veces piensas vivir?"
Y me respondo sincero, "Solo una"
Y me quedo con el incandescente presente y dejo mis miedos para otra ocasión.
Me voy a dar una vuelta por playa
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